lunes, 16 de noviembre de 2015

Durante los primeros años de vida, el cerebro del niño tiene un potencial que no volverá a tener.


 Conocer el maravilloso potencial que tiene el cerebro de tu hijo durante sus primeros años de vida no quiere decir que debamos intentar convertir a los niños en pequeños genios. La razón es que, además de resultar imposible, un cerebro que se desarrolla bajo presión puede perder por el camino parte de su esencia.
No toda la inteligencia es cuestión de genética.
Entre el 50% y el 70% de la inteligencia depende exclusivamente de la genética. Posiblemente otro 20% dependa de los compañeros de clase y amigos. ¿Qué papel desempeñan los padres? 1 de cada 10 niños en España pasará parte de su vida escolar bajo los efectos de psicofármacos. Algo totalmente desproporcionado e innecesario.

Los niños que pasan más tiempo delante de las pantallas tienen más riesgo de sufrir TDA, trastornos de conducta, depresión y obesidad infantil y esto es debido a que su cerebro no está preparado para absorber el impacto de estas nuevas tecnologías. Una labor importante de los padres debe ser educar el núcleo estriado, una región que busca siempre estímulos novedosos y excitantes. Para ello debemos enseñar a nuestros hijos a saborear la vida, no a consumirla.
Cuando un padre miente, el cerebro del niño experimenta desconfianza hacia el padre. Cuando sobreprotegemos a un niño la parte del cerebro que le permite afrontar retos se desactiva y el niño deja de aprender a confiar en sí mismo.
La confianza, la autoestima y la felicidad se pueden potenciar si los padres conocen como cultivarlas en el cerebro en desarrollo de sus hijos.


Establecer límites y motivar las conductas positivas, potenciar el autocontrol, la tolerancia a la frustración y la lectura son las estrategias más fiables para ayudar al niño a desarrollar su inteligencia y mejorar sus probabilidades de éxito académico y social.




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